"El que en Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate..."
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy miércoles, abril 06, 2005 a las 7:52 a. m..
Hoy decidí no ir a clase de Historia de la Comedia y más bien dedicarme a hablar un ratito con mi hermanita, cuyo estómago resentido no la dejó ir al colegio. En el transcurso de la conversación le mostré las fotos del famoso ascenso de The Open List a Monserrate. Después me dediqué a detallarlas, ya que cuando el hecho era novedad yo estaba furiosa por razones ajenas al evento y a TOL y no quise poner mucha atención a nada que tuviera que ver con el centro de Bogotá.
Es extraño darse cuenta de cómo uno observa las mismas fotos de las mismas personas con otros ojos. Uno observa y se sorprende a sí mismo buscando ese personaje que no solía representar sino un rostro más, una sombra que tal vez no aparecería aquella tarde entre los bloquecitos de concreto, la vaga descripción sacada de una larga lista tal vez ya anticuada y que ahora se había llenado de minúsculos detalles, texturas, lunares, cicatrices. Uno más, camuflado entre la multitud, detrás de los protagonistas de cada escena, pero eclipsándolos a todos a través de un par de pupilas que espían su pasado atentamente.
Ahora me pregunto cómo habría sido todo si yo hubiera estado ahí. Sé que todos modos no habría ido —a no ser que, tal vez, la causa de mi rabia no se hubiera presentado. Hace poco supe que él había hecho algo por frenar las lágrimas de desesperación que me llevaron a dormir a las 5.30pm un viernes. No puedo estar más agradecida y sonrío al pensar en ello, aún si todavía quiero golpearme contra las paredes de sólo pensar que esa oportunidad no se volverá a presentar jamás. Especialmente con el desvío que tomé y del que no me arrepiento.
Sólo recuerdo que la noche anterior hablamos hasta altas horas de la noche. Ése sería un preludio de las larguísimas conversaciones que tendríamos pronto, y que desembocarían de un modo aún no esclarecido del todo en la maldita cursilería que me atormenta en este mismísimo instante, la misma que se convierte en burradas como este torrente de palabras pegajosas y hostigantes como el dulce de uchuva. Pero hmmm, qué rico es el dulce de uchuva, especialmente con Rice Krispies y leche.
[ One Trick Pony — Nelly Furtado ]
Es extraño darse cuenta de cómo uno observa las mismas fotos de las mismas personas con otros ojos. Uno observa y se sorprende a sí mismo buscando ese personaje que no solía representar sino un rostro más, una sombra que tal vez no aparecería aquella tarde entre los bloquecitos de concreto, la vaga descripción sacada de una larga lista tal vez ya anticuada y que ahora se había llenado de minúsculos detalles, texturas, lunares, cicatrices. Uno más, camuflado entre la multitud, detrás de los protagonistas de cada escena, pero eclipsándolos a todos a través de un par de pupilas que espían su pasado atentamente.
Ahora me pregunto cómo habría sido todo si yo hubiera estado ahí. Sé que todos modos no habría ido —a no ser que, tal vez, la causa de mi rabia no se hubiera presentado. Hace poco supe que él había hecho algo por frenar las lágrimas de desesperación que me llevaron a dormir a las 5.30pm un viernes. No puedo estar más agradecida y sonrío al pensar en ello, aún si todavía quiero golpearme contra las paredes de sólo pensar que esa oportunidad no se volverá a presentar jamás. Especialmente con el desvío que tomé y del que no me arrepiento.
Sólo recuerdo que la noche anterior hablamos hasta altas horas de la noche. Ése sería un preludio de las larguísimas conversaciones que tendríamos pronto, y que desembocarían de un modo aún no esclarecido del todo en la maldita cursilería que me atormenta en este mismísimo instante, la misma que se convierte en burradas como este torrente de palabras pegajosas y hostigantes como el dulce de uchuva. Pero hmmm, qué rico es el dulce de uchuva, especialmente con Rice Krispies y leche.
[ One Trick Pony — Nelly Furtado ]
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