Beograd
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy domingo, septiembre 25, 2005 a las 3:43 p. m..
Cuánto tiempo hacía que se había decidido ir a ver Guadalupe años sin cuenta en ese teatro. La noche debía transcurrir de acuerdo al programa, ¿o no?
Cuesta arriba mencioné la existencia de un restaurante serbo-yugoslavo que no había visto antes. Seguimos subiendo. Un taxista y una señora peleaban en la mitad de la calle. La señora estaba dispuesta a cotizar el daño y pagarlo, pero no a entregarle "ni un televisor ni un cheque".
Llegamos y quedaban cinco boletas para siete espectadores, de los cuales éramos él y yo los dos últimos. Salimos. El taxista y la señora seguían peleando. A la vuelta de una esquina casi hay otro accidente, pero de dos personas cruzando perpendicularmente. Todo esto es visualmente cómico, pero no tengo mucho ánimo de escribirlo con cuidado. Estoy tomando el blog de cuaderno de notas, de memorias a la carrera.
Nos detuvimos ante la puerta del restaurante serbio-yugoeslavo. Nos miramos. Nos encogimos de hombros. Entramos.
La chef nos invitó a sentarnos más cerca de la chimenea, al lado de donde ella y sus amigos departían. Había fotos de sitios bonitos en las paredes, con explicaciones en alfabeto cirílico. Prepararon la comida rapidísimo. El pan serbio resultó muy rico, es como almojábana sin queso pero con hierbas. Los nombres de los platos son impronunciables; sólo podría decir que comimos arroz con atún y algo más y berenjena rellena de carne, papa, cebolla y algo más. Parece como si en Serbia-Yugoslavia sólo existieran las berenjenas y los pimentones. Nos sirvió de tal manera que compartiéramos ambos platos y así —dijo ella —probáramos de todo. Nos ofreció postre o café turco pero nos advirtió que no teníamos que irnos del restaurante si no queríamos, que podíamos quedarnos a charlar. Después de pensarlo brevemente pedimos postre y la chef nos explicó hasta cómo comerlo. Exquisito. Mientras charlábamos, bailó música de Kosovo para sus amigos enfrente de nosotros; se veía bastante alegre. "Gracias por visitarnos", dijo con un tono bastante cálido cuando nos fuimos.
Me pregunto dónde terminaremos la próxima vez que tengamos un plan establecido. ¿Qué sitios insólitos nos esperan?
[ Dead Bodies — Air ]
Cuesta arriba mencioné la existencia de un restaurante serbo-yugoslavo que no había visto antes. Seguimos subiendo. Un taxista y una señora peleaban en la mitad de la calle. La señora estaba dispuesta a cotizar el daño y pagarlo, pero no a entregarle "ni un televisor ni un cheque".
Llegamos y quedaban cinco boletas para siete espectadores, de los cuales éramos él y yo los dos últimos. Salimos. El taxista y la señora seguían peleando. A la vuelta de una esquina casi hay otro accidente, pero de dos personas cruzando perpendicularmente. Todo esto es visualmente cómico, pero no tengo mucho ánimo de escribirlo con cuidado. Estoy tomando el blog de cuaderno de notas, de memorias a la carrera.
Nos detuvimos ante la puerta del restaurante serbio-yugoeslavo. Nos miramos. Nos encogimos de hombros. Entramos.
La chef nos invitó a sentarnos más cerca de la chimenea, al lado de donde ella y sus amigos departían. Había fotos de sitios bonitos en las paredes, con explicaciones en alfabeto cirílico. Prepararon la comida rapidísimo. El pan serbio resultó muy rico, es como almojábana sin queso pero con hierbas. Los nombres de los platos son impronunciables; sólo podría decir que comimos arroz con atún y algo más y berenjena rellena de carne, papa, cebolla y algo más. Parece como si en Serbia-Yugoslavia sólo existieran las berenjenas y los pimentones. Nos sirvió de tal manera que compartiéramos ambos platos y así —dijo ella —probáramos de todo. Nos ofreció postre o café turco pero nos advirtió que no teníamos que irnos del restaurante si no queríamos, que podíamos quedarnos a charlar. Después de pensarlo brevemente pedimos postre y la chef nos explicó hasta cómo comerlo. Exquisito. Mientras charlábamos, bailó música de Kosovo para sus amigos enfrente de nosotros; se veía bastante alegre. "Gracias por visitarnos", dijo con un tono bastante cálido cuando nos fuimos.
Me pregunto dónde terminaremos la próxima vez que tengamos un plan establecido. ¿Qué sitios insólitos nos esperan?
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