Él es Wai Tou. Viene de Macao y es una de las personas que mejor me caen en el JLC (Japanese Language Center). Sin embargo, no voy a hablar de él en esta ocasión.
Él es Martín. Martín viene de Argentina. Es porteño ("y de los peores", dice). Nos conocimos en el aeropuerto, mientras esperábamos el taxi. Va a estudiar Física y gracias a él tengo la cámara con la que les tomé esta foto el día de hoy. A ambos nos gusta la fotografía de aficionado, y a veces hablamos sobre paisajes y cosas a las que ha valido la pena tomarles foto.
Me gusta mirar a Martín durante la clase porque hace caras. Si se da cuenta de que lo estoy mirando, me hace cierta cara. Si Arturo (el peruano) sale con una de sus famosas respuestas de duermevela, hace otra cara. Cuando le preguntan algo y sale con una frase improvisada, hace otra cara.
Sin embargo, las caras no son lo más divertido de Martín. Lo mejor de todo es hablar con él, obviamente en español, y caer en un punto en el que no nos entendemos. Por ejemplo, aclarar que si uno mete un dedo en el detergente no se le va a derretir. Es en el blanqueador. No, en el detergente. No, el detergente es para lavar la ropa. No hay acuerdo.
Creo que yo también le hago gracia a él, con mis diminutivos hasta en los verbos. Si digo que la piña está dulcecita, se ríe. Si digo que me gusta la ahuyama, se ríe. Claro, él con su ananá y su zapallo...
El otro día Arturo le preguntó por qué en Argentina no pronunciaban la y como los demás, si no había ninguna instancia en la que lo hicieran. Ante la negativa de Martín, Arturo confesó que pensaba que ellos pronunciaban así simplemente porque querían.
Sería muy chistoso si así fuera... una iniciativa nacional para sonar más interesantes. Y si así fuera, ¿qué?
Que sigan hablando, que a mí ese acento me encanta.
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