Umarmung
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy domingo, septiembre 10, 2006 a las 12:46 a. m..
Criatura de mil brazos, ¿podrías aflojar un poco tu abrazo de hidra-anaconda y dejarme salir de aquí, si acaso tan sólo por un segundo? ¿Puedo cerrar los ojos, desentenderme de tu discurso gris y recordar aquella mirada de horizonte marino? ¿Me permites separarme de ti momentáneamente —prometo no huir —y recorrer esos caminos de los que solías hablar cuando me querías hacer creer que todo sería fácil, que en tus entrañas encontraría la comodidad del péndulo?
Ya ves que tu arrullo se ha repetido tanto que he perdido toda noción de descanso, que cada segundo en el mismo punto, cada paso en esta banda caminadora es un doloroso recuerdo del anterior. Tu canto insulso no es lo que me atrae a ti, ¡tan sólo mírate! ¡Míranos! El dolor jamás ha dado paso al entumecimiento; el péndulo es un hacha y cada susurro del viento es una capa más profunda de mi carne que estalla en llanto.
Criatura de mil brazos, no me dejes caer en el letargo de la sangre espesa. Déjame reconocer brevemente el cielo, el aire que nos circunda, la vida que aguarda. Es una promesa: volveré más pronto de lo que crees, y no necesitaré ayuda alguna para hacer de tus extremidades el lazo que adorne mi cuello. Al fin y al cabo sé que cuando pase el tiempo y tropiece con una criatura igual o más grande que tú, me aferraré a tu recuerdo como si mi agonía en ti hubiera sido una escapada en la más dulce de las praderas.
[ Eres tú — Mocedades ]
Ya ves que tu arrullo se ha repetido tanto que he perdido toda noción de descanso, que cada segundo en el mismo punto, cada paso en esta banda caminadora es un doloroso recuerdo del anterior. Tu canto insulso no es lo que me atrae a ti, ¡tan sólo mírate! ¡Míranos! El dolor jamás ha dado paso al entumecimiento; el péndulo es un hacha y cada susurro del viento es una capa más profunda de mi carne que estalla en llanto.
Criatura de mil brazos, no me dejes caer en el letargo de la sangre espesa. Déjame reconocer brevemente el cielo, el aire que nos circunda, la vida que aguarda. Es una promesa: volveré más pronto de lo que crees, y no necesitaré ayuda alguna para hacer de tus extremidades el lazo que adorne mi cuello. Al fin y al cabo sé que cuando pase el tiempo y tropiece con una criatura igual o más grande que tú, me aferraré a tu recuerdo como si mi agonía en ti hubiera sido una escapada en la más dulce de las praderas.
[ Eres tú — Mocedades ]
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