Doblepensar

El blog favorito de la mamá de Olavia Kite.


Veni, Vidi... Ave!

Lo que comenzó como un proyecto militar de los Estados Unidos (y un medio de información en Francia—pero eso es historia aparte) ha adquirido dimensiones titánicas. Los visionarios del Internet han sabido atrapar cada vez más usuarios con herramientas antes inconcebibles como los chats con avatares, las animaciones de Flash y los programas de IM (mensajería instantánea, por sus siglas en inglés). Considero que, además de una cantidad abrumadora de información, lo más atractivo que el mundo del Internet brinda a sus jóvenes usuarios es la posibilidad de hacer vida social por medios poco ortodoxos.

Me encanta el Internet, y todos lo saben. Me inicié en él poco antes de cumplir catorce años, y desde ese entonces no ha dejado de formar parte esencial de mi vida. Sin embargo, considerando que durante una época el medio constituyó mi única fuente de interacción social, es también fuente de un pequeño temor que, considero yo, jamás se desvanecerá: el temor al fenómeno post-conocimiento en la vida real.

¿En qué consiste este fenómeno? Es simple. Cuando se alcanza un punto en el que las conversaciones se vuelven larguísimas y se cubre toda clase de temas, surge un deseo de conocer personalmente al interesante interlocutor. Y es apenas natural; si es tan fantástico en Internet, ¿cómo no va a serlo personalmente? Así que se fija la fecha, se reitera la hora, se prepara el lugar... luego sucede la típica escena en la que uno se para en el punto exacto con mirada de idiota y mira a todas partes, ¿quién será? ¿de dónde vendrá? ¿es él? no, no es él... ¿es él? no, no es él... ¡oh, sí, sí es él!

Después de un largo rato de inseguridad, silencios, conversaciones tímidas, los interlocutores se despiden y uno de ellos está convencido de que todo seguirá igual o tal vez mejor... al conocerse personalmente, lo más seguro es que querrá hablar más, tal vez tendrá más confianza... pero como dice la canción, "tristeza não tem fin, felicidade sim". Así, esta felicidad tan sólo dura lo que tarda la persona en conectarse a Internet y encontrar al recién conocido conectado.
—Hola!
—Hola.
—¿Cómo estás?
—Bien.
—¿Qué has hecho?
—Nada.
—Bonito día, ¿no?
—Sí.
—Qué bueno que ya es fin de semana, ¿verdad?
—Sí.
—¿Cómo va tu... (personaje mencionado durante la conversación personal)?
—Bien.
—¿Qué más de... (tema traído a colación durante la conversación personal)?
—Lo mismo/Igual/Nada/Ahí.
—Ah...
Después de esto ya no queda absolutamente nada más que decir. Obviamente se seguirá intentando un par de veces, pero todas arrojarán el mismo resultado. Y así de patéticamente se pierde un interlocutor, tal vez un amigo, una historia interesante por compartir.

¿Por qué tiene que suceder esto? ¿Por qué me tiene que suceder esto? Persona de Internet que conozco, persona de Internet que desaparece. ¿Qué esperaba el interlocutor, acaso? ¡Mi foto sale en el msn ocasionalmente! No creo que el asunto sea físico... ¿Tal vez es mi voz? ¿Tal vez debería limitarme a hablar por msn porque personalmente soy un fracaso y no entretengo ni a un cultivo de moho? Creo que éste es uno de los Grandes Misterios en la vida de Olavia Kite. Si alguien tiene una posible solución a mi Gran Enigma Larousse, please let me know.


SUENA: Gilmore Girls en la tele y Minori diciéndome "it's less than forty days!"




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