Novedad vs. Tradición
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy domingo, mayo 30, 2004 a las 12:35 a. m..
Novedad intentó desbancar a Tradición, su enemigo y padre, asestándole un golpe mortal. Antes de caer en los abismos de un coma profundo, Tradición murmuró con voz queda pero imponente:
—Vas a ver cómo me necesitarás, volveré triunfante...
Novedad ocupó su trono, radiante y orgulloso. Sin embargo, al cabo de un par de días, Novedad empezó a extrañar a Tradición. No era un apego especial, como el de un ser querido... era lo útil que Tradición le había sido; era cómo algunos seres a su alrededor sucumbían ante su oscuro reino, despeñándose para conseguir un eterno silencio, para callar las vocecitas en sus cabezas.
El tiempo no podía seguir ese transcurso, no había ninguna Ciudad Esmeralda al final de ese camino.
Entristecido, Novedad se dirigió al lecho de Tradición y, en vez de asestarle la puñalada que se había prometido días atrás, sacudió su hombro suavemente.
—Es hora de volver—, susurró.
—¿No querías matarme?
—No puedo... No puedo hacerlo todo yo solo. Podrás golpearme, podrás mostrarme todo lo que no quiero ver, las cosas más horrendas que hay... pero no puedo hacerlo yo solo.
—Eres un hijo terco. Pero no esperes que todo sea igual que antes... Al fin y al cabo, has estado acá un tiempo suficiente: ya no te puedo sacar.
Novedad se encogió de hombros.
—Supongo que si accedo a seguir aquí... no soy tan terco.
—Bah, no importa.
—No, no importa.
Y no, no importa. Nada, pero nada importa. Bueno, tal vez un par de cosas.
olaviakite.blogspot.com
—Vas a ver cómo me necesitarás, volveré triunfante...
Novedad ocupó su trono, radiante y orgulloso. Sin embargo, al cabo de un par de días, Novedad empezó a extrañar a Tradición. No era un apego especial, como el de un ser querido... era lo útil que Tradición le había sido; era cómo algunos seres a su alrededor sucumbían ante su oscuro reino, despeñándose para conseguir un eterno silencio, para callar las vocecitas en sus cabezas.
El tiempo no podía seguir ese transcurso, no había ninguna Ciudad Esmeralda al final de ese camino.
Entristecido, Novedad se dirigió al lecho de Tradición y, en vez de asestarle la puñalada que se había prometido días atrás, sacudió su hombro suavemente.
—Es hora de volver—, susurró.
—¿No querías matarme?
—No puedo... No puedo hacerlo todo yo solo. Podrás golpearme, podrás mostrarme todo lo que no quiero ver, las cosas más horrendas que hay... pero no puedo hacerlo yo solo.
—Eres un hijo terco. Pero no esperes que todo sea igual que antes... Al fin y al cabo, has estado acá un tiempo suficiente: ya no te puedo sacar.
Novedad se encogió de hombros.
—Supongo que si accedo a seguir aquí... no soy tan terco.
—Bah, no importa.
—No, no importa.
Y no, no importa. Nada, pero nada importa. Bueno, tal vez un par de cosas.
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