He visto cómo la autoestima de mis mejores amigas en este lugar está llena de cicatrices originadas por comentarios insensatos que las hicieron creer que la belleza jamás podría residir en ellas. ¿Saben lo difícil que es llegar a sonreír con satisfacción ante lo que se ve en el espejo cada mañana cuando un coro de viejas voces se ha multiplicado hasta deformar el cristal? ¿Saben lo triste que es mirar hacia atrás y encontrar tantos años desperdiciados en reprenderse por no estar cerca de un modelo inalcanzable, en no comprender la belleza inherente a cada ser humano sobre la tierra y por ende a uno mismo?
Hoy me gustaría pedirle a alguien que me haga el favor de pegarle un puño en la nariz a cada persona que me haya llamado fea. Sólo por este día, y aunque es altamente improbable que algo suceda de verdad, cuide su nariz, Engel.
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