Himura conoció a Alicia la noche del jueves. Conoció en la medida de lo permitido por los pixeles pausados y el sonido que llegaba a sus audífonos en la mañana que para nosotras ya era noche.
Con el examen de alemán del siguiente día como pretexto invité a Alicia a mi cuarto una vez más. La sesión anterior había sido cancelada abruptamente al recordar que tenía que correr a la biblioteca a imprimir otra copia del trabajo tardío de la semana anterior antes de que cerraran. Esa noche la había invitado a galletas escocesas y cocoa en leche, pero como no terminamos y no he hecho mercado, no me quedó sino ir al combini para tener algo que ofrecer en esta oportunidad.
Los libros y lápices salieron de sus respectivas maletas y cayeron pesadamente sobre mi cama. Ése sería su lugar de reposo durante un buen tiempo, pues tras comprobar que no habíamos adelantado nada por nuestra cuenta nos dedicamos a hablar del nombre americano de los Dontacos (Doritos), de cómo me comí todo un paquete de estos en vez de cenar apropiadamente y de cómo mi arrepentimiento no era lo suficientemente grande para dejar de compartir una caja recién abierta de chocolates Look. Entonces llegó nuestro interlocutor. "¿Quieres verlo?", le pregunté a Alicia. Segundos después nos encontrábamos saludando a un personaje animado encerrado en un cuadrito.
Himura habló del día que le deparaba, de la introducción al estado sólido, de lo bien que pronunciaba Alicia lo que hasta ahora había aprendido, tanto en alemán como en español. Yo traducía, me reía con la mano sobre la boca, le ofrecía más chocolate Look a Alicia. Entre los dos la instamos a visitar Colombia el próximo año. Si me acompaña, le prometimos, la llevaremos a Villa de Leyva, de donde vienen todas esas fotos que rotan en mi protector de pantalla. Entonces él le hizo saber que está desde ya invitada a un evento aún lejano.
Recuperado el silencio tras la desaparición del cuadrito, abrimos al fin los libros. La próxima vez, convinimos, vamos a comer juntas algo decente antes de venir al cuarto, no necesariamente a estudiar.
[ Fallen Angel — Elbow ]
Con el examen de alemán del siguiente día como pretexto invité a Alicia a mi cuarto una vez más. La sesión anterior había sido cancelada abruptamente al recordar que tenía que correr a la biblioteca a imprimir otra copia del trabajo tardío de la semana anterior antes de que cerraran. Esa noche la había invitado a galletas escocesas y cocoa en leche, pero como no terminamos y no he hecho mercado, no me quedó sino ir al combini para tener algo que ofrecer en esta oportunidad.
Los libros y lápices salieron de sus respectivas maletas y cayeron pesadamente sobre mi cama. Ése sería su lugar de reposo durante un buen tiempo, pues tras comprobar que no habíamos adelantado nada por nuestra cuenta nos dedicamos a hablar del nombre americano de los Dontacos (Doritos), de cómo me comí todo un paquete de estos en vez de cenar apropiadamente y de cómo mi arrepentimiento no era lo suficientemente grande para dejar de compartir una caja recién abierta de chocolates Look. Entonces llegó nuestro interlocutor. "¿Quieres verlo?", le pregunté a Alicia. Segundos después nos encontrábamos saludando a un personaje animado encerrado en un cuadrito.
Himura habló del día que le deparaba, de la introducción al estado sólido, de lo bien que pronunciaba Alicia lo que hasta ahora había aprendido, tanto en alemán como en español. Yo traducía, me reía con la mano sobre la boca, le ofrecía más chocolate Look a Alicia. Entre los dos la instamos a visitar Colombia el próximo año. Si me acompaña, le prometimos, la llevaremos a Villa de Leyva, de donde vienen todas esas fotos que rotan en mi protector de pantalla. Entonces él le hizo saber que está desde ya invitada a un evento aún lejano.
Recuperado el silencio tras la desaparición del cuadrito, abrimos al fin los libros. La próxima vez, convinimos, vamos a comer juntas algo decente antes de venir al cuarto, no necesariamente a estudiar.
[ Fallen Angel — Elbow ]
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