Los herbajos que nadie esperaba ver en setenta y cinco años se abren paso sin rubor por entre los escombros del edificio de la Exposición Comercial de Hiroshima. El interior del cuartel del emperador Meiji, frente al castillo reconstruido, es una cama de flores.
Los árboles de troncos chamuscados se resisten a caer y aún observan los tantos cauces desde lo alto, desafiantes y llenos de hojas.
Desde lo alto de las ruinas levanta vuelo un cuervo. Al otro lado del río, una pareja abrazada ríe en la oscuridad de la noche. Cerca de ellos, en la orilla, un joven con voz de cordero toca la guitarra rodeado de tres desconocidos con máscaras de lucha libre.
Qué estúpidos somos al creer que realmente podemos aniquilarlo todo para siempre.
[ Standing on the Shore — Empire of the Sun ]
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