Las magnolias que estallaron suavemente en un árbol frente a Keane Hall se desbarataron con el primer aguacero. No hubo sino dos días para apreciar los inmensos crisoles de rosa y blanco que daban un aire auténtico a la primavera que —ante mis ojos irritados del interminable gris —se había resistido a llegar ese año.
Anoche soñé que alguien robaba una magnolia de un jardín vecino y me la regalaba.
Quisiera decir algo al respecto, algo que le dé sentido al sueño, pero no puedo. Sólo consigo pensar (tal vez con desesperación) en la cremosa blancura de la flor majestuosa, en la textura de los pétalos plácidamente ubicados en una rama demasiado alta como para tocarlos. La magnolia se acomoda en su puesto, perezosa y altiva, y me mira como quien ha dejado caer un accesorio inútil desde un balcón.
Ya lo sé: nadie traerá al mundo real la feliz fechoría de mi dimensión nocturna.
Posiblemente lo único que reciba algún día sea un puñado de escombros violáceos arrastrados por la lluvia y arrojados a mi cara. Sin embargo, aún así seguiré mirando hacia arriba, señalando hacia arriba, y la copa del árbol se hará cada vez más distante de la punta de mis dedos. ¿Y la mano oferente? Ella (plástica e inexistente) se crispará hasta convertirse en lo que se niega a entregarme, se tornará al cielo y ascenderá adoptando la misma sonrisa socarrona de la reina de pétalos de crème brûlée. Sólo es un sueño, pero su propia imposibilidad me desvela.
Anoche soñé que alguien robaba una magnolia de un jardín vecino y me la regalaba.
Quisiera decir algo al respecto, algo que le dé sentido al sueño, pero no puedo. Sólo consigo pensar (tal vez con desesperación) en la cremosa blancura de la flor majestuosa, en la textura de los pétalos plácidamente ubicados en una rama demasiado alta como para tocarlos. La magnolia se acomoda en su puesto, perezosa y altiva, y me mira como quien ha dejado caer un accesorio inútil desde un balcón.
Ya lo sé: nadie traerá al mundo real la feliz fechoría de mi dimensión nocturna.
Posiblemente lo único que reciba algún día sea un puñado de escombros violáceos arrastrados por la lluvia y arrojados a mi cara. Sin embargo, aún así seguiré mirando hacia arriba, señalando hacia arriba, y la copa del árbol se hará cada vez más distante de la punta de mis dedos. ¿Y la mano oferente? Ella (plástica e inexistente) se crispará hasta convertirse en lo que se niega a entregarme, se tornará al cielo y ascenderá adoptando la misma sonrisa socarrona de la reina de pétalos de crème brûlée. Sólo es un sueño, pero su propia imposibilidad me desvela.
[ Sitting, Waiting, Wishing — Jack Johnson ]
¿Es que acaso no te das cuenta? Aquél a quien amas siempre atravesará el umbral hacia un camino que no podrás seguir. Eres una eterna viuda, velando a un ausente que no ha muerto.
Penélope tenía esperanza, pero tú ¿a quién verás caminando hacia tu playa?
[ Someone New — Eskobar & Heather Nova ]
Penélope tenía esperanza, pero tú ¿a quién verás caminando hacia tu playa?
[ Someone New — Eskobar & Heather Nova ]
Mannan Raifu no Konnyaku Batake
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy jueves, mayo 26, 2005 a las 10:09 p. m..La palabra konnyaku me pone triste.
[ Walk On By — Dionne Warwick ]
No ha pasado un minuto desde que apoyó su cabeza sobre mi hombro y ésta ya se siente pesada, casi pendiente de mi clavícula. No puedo ver qué cara hace cuando duerme. Tal vez algún día llegue a saberlo.
[ 7/29/04 The Day of — David Holmes ]
[ 7/29/04 The Day of — David Holmes ]
Misunderstood
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy miércoles, mayo 18, 2005 a las 7:06 a. m..El problema de la canción de Santa Esmeralda es que me remite automáticamente a un momento muy específico en un lugar muy específico. Apenas empieza a sonar acá, mis ojos reconocen el patrón de los baldosines, la vieja pared de color indescifrable, el lugar exacto de cada mueble y aparato, las texturas que mis pies han aprendido, los libros apiñados, las figuras congeladas en instantes imposibles, el escarlata vivo... Y de repente siento que la canción no pertenece aquí sino allá, sólo allá, entre el mullido escarlata que a veces hay que recoger de entre los baldosines.
[ Don't Let Me Be Misunderstood — Santa Esmeralda ]
[ Don't Let Me Be Misunderstood — Santa Esmeralda ]
Una semana sin ADSL es algo demasiado cruel. Tratar de acostumbrarse al ruidoso Internet de 28800bps en un Pentium MMX es casi impensable. Pues bien, después de una visita sorpresa del señor técnico de ETB (a quien le estoy muy agradecida pese a que casi me daña el almuercito con el patrón don Himura) he resultado de nuevo con Internet decente en Gregorio, el computador principal de la casa.
De esta manera, para no perder la tradición, Olavia Kite postea exactamente en el momento en que debería encontrarse haciendo una tarea.
De esta manera, para no perder la tradición, Olavia Kite postea exactamente en el momento en que debería encontrarse haciendo una tarea.
***
"Olavia Kite: Buenas, ¿cuánto vale la Pony Malta grande?
Señora: $800.
OK: ¿$800?
S: Sí, pero la pequeña. La grande no se la vendo porque estoy en hora de almuerzo.
(Aquí transcurren dos segundos en los que Olavia se pregunta qué rayos tiene que ver la hora del almuerzo en una tienda visiblemente exenta de clientes con una venta que, aunque humilde, representa cierta ganancia. Mientras tanto le señala a Himura una almojábana marca Topotoropo.)" —La imposible Pony Malta, marzo 30, 2005.
Mi hermana, gran prospecto de Blogger que nunca blogueó, no podía creer que 1) alguien no quisiera venderme una Pony Malta en más de una ocasión, y 2) existiera una almojábana (o cualquier cosa) de marca Topotoropo. Así que me envió en su búsqueda.
Ahora bien, necesito que alguien me explique cómo en esta vida una tienda puede ensañarse con un ser humano inocente que lo único que le ha pedido ha sido un par de productos que supuestamente se hallan a la venta. ¿Creen que la señora se negó a venderme las almojábanas? No. Sucedió algo peor: las doradas piezas, envueltas graciosamente en su paquetico inofensivo de vaquita sonriente, estaban cubiertas de hongos.
Ahora bien, necesito que alguien me explique cómo en esta vida una tienda puede ensañarse con un ser humano inocente que lo único que le ha pedido ha sido un par de productos que supuestamente se hallan a la venta. ¿Creen que la señora se negó a venderme las almojábanas? No. Sucedió algo peor: las doradas piezas, envueltas graciosamente en su paquetico inofensivo de vaquita sonriente, estaban cubiertas de hongos.
Fig. 1.1.: Almojábana Topotoropo. Nótense las manchas detrás del letrero de la marca: son un hermoso y peludito cultivo de hongos.
No me vine a dar cuenta sino esa tarde, cuando mi hermana recibió el encargo y notó que no se podía comer lo que tanta curiosidad le causaba. Al fin y al cabo, cortar un pedazo no sería suficiente porque ya sabemos lo que le pasó al señor que sólo le cortó un pedacito a un pan y los hongos remanentes se le comieron la cara. Himura, quien compró una deliciosa y fresca dona Nutrix cuando yo compré las almojábanas putrefactas, tampoco notó la estafa al acompañarme a efectuar la adquisición. Conservamos la asquerosa pieza un par de días, hasta que no hubo más remedio que botarla. Antes de darle el adiós definitivo, le tomé más bien de afán esta foto.
Ahora sólo me quedan algunas dudas...
[ Little Sister — Queens of the Stone Age ]
Ahora sólo me quedan algunas dudas...
- ¿Por qué me odian en esa tienda?
- Si no puedo comprar Pony Malta ni productos de repostería allí, ¿qué puedo comprar? ¿Soy persona non grata allí? Si es así, ¿por qué no me lo dicen de una buena vez en lugar de hacerme pasar penurias?
- ¿Por qué Himura sí puede comprar con confianza en ese lugar?
- ¿A qué sabe la almojábana Topotoropo?
[ Little Sister — Queens of the Stone Age ]
Me dijeron que ella era Salida.
La observé mientras curioseaba entre los cómics de la Librería Francesa. No intenté detallarla ni buscar un rasgo sobresaliente enfundado en la chaqueta bonita; mi mente sólo pugnaba por conciliar la imagen que de ella se había formado a partir de posts y la persona que me señalaban como autora de aquellas letras. Cuando saludaba y sonreía arrugando la nariz, las dos Salidas se fundían en una. Cuando tornaba su mirada hacia los libros, se separaban de nuevo.
Creo que si algún día vuelvo a verla, volveré a sentir lo mismo.
(...)
Bajé Up, Up and Away, de The Fifth Dimension: música digna de Melodía Estéreo. Ahora, cada vez que la oigo me siento en un almacén por departamentos en 1981 con el peinado de Farrah Fawcett y una blusa plateada con prendedor de brillantes en el cuello.
[ Life on Mars — Seu Jorge ]
La observé mientras curioseaba entre los cómics de la Librería Francesa. No intenté detallarla ni buscar un rasgo sobresaliente enfundado en la chaqueta bonita; mi mente sólo pugnaba por conciliar la imagen que de ella se había formado a partir de posts y la persona que me señalaban como autora de aquellas letras. Cuando saludaba y sonreía arrugando la nariz, las dos Salidas se fundían en una. Cuando tornaba su mirada hacia los libros, se separaban de nuevo.
Creo que si algún día vuelvo a verla, volveré a sentir lo mismo.
(...)
Bajé Up, Up and Away, de The Fifth Dimension: música digna de Melodía Estéreo. Ahora, cada vez que la oigo me siento en un almacén por departamentos en 1981 con el peinado de Farrah Fawcett y una blusa plateada con prendedor de brillantes en el cuello.
[ Life on Mars — Seu Jorge ]