Doblepensar

El blog favorito de la mamá de Olavia Kite.


¡Habemus MacBook!

Ayer en la tarde salí de la biblioteca rumbo a Shinjuku. En el camino iba un poco de mal humor, pensando en lo buena que era la comida en Hokkaido y lo aparatoso que era volver al ruido de los anunciadores deshilachándose la garganta a la entrada de las tiendas.

Al bajarme del tren y reencontrarme con la familiar figura del monje budista pidiendo limosna valiéndose apenas de una campana y un gesto enigmático parecido a una sonrisa, esquivar a los repartidores de volantes y mirar de lejos las furiosas luces que empezaban a envolver el lugar, recordé que en esta casi interminable telaraña de concreto aún queda mucho por ver. Mientras me encuentre cerca de lo que parece el centro de todos los centros, aún en medio de las múltiples frustraciones que salpican el asombro, sé que podré regresar allá donde el espacio es más que un ideal y las frutas no son lujosos adornos de perfumadas vidrieras. Creo que lo que me hace falta acá es una buena compañía para no tener que limitarme a observar y seguir mi rumbo como si nada, como todos.

Cuando regresé a mi cuarto, esto apareció sobre el escritorio.



[ Two of Us — The Beatles ]




This Prune Heart

Esta mañana mientras miraba fotos recordé que en marzo de este año mi mamá le había tomado una a un viejito que vendía queso de hoja en Villa de Leyva, y que el señor le había preguntado si regresaría a mostrársela. Se me ocurrió pensar que tal vez el viejito de verdad hubiera querido ver su retrato y habría sido mejor mostrarle el resultado en la pantalla de la cámara digital porque no hay muchas probabilidades de regresar a Villa de Leyva sino hasta dentro de mucho tiempo, cuando le diga a mi mamá que vuelva a llevar a mi hermana a ver a Saturno ya que yo desde acá no puedo porque ni estrellas hay.

¿Y si el viejito murió esperando la foto? ¿Y si sigue preguntándose qué tal salió? Espero que se le haya olvidado que un día le tomaron una foto con su canasta de quesos. A mí, por lo menos, de cuando en cuando me da vueltas en la cabeza, llenándome el corazón de una angustia innecesaria que tarda un rato en desaparecer.



[ Hello Africa — Dr. Alban ]




Hokkaido in My Mind


Cuando volví a ver las luces de Shibuya no me sentí en casa.


[ Ding Dong Ding Dong — George Harrison ]




Bucólica


¿Ven el mapa?

¿Ven la estrellita al lado del letrero rojo que dice "Tokyo"?
Ahí vivo yo.

¿Ven el puntico al lado del letrero negro que dice "Sapporo"?
Ahí voy a estar esta noche, si todo sale bien y no nos perdemos camino al aeropuerto.

¿Ven el espacio que tiene encima el "-oro" de Sapporo? Por ahí más o menos voy a estar echando azadón hasta dentro de diez días.

Entonces, nos vemos dentro de diez días.


[ El pájaro chogüí — Wilfrido Vargas ]




Eurovisión

La música es, sin duda, un lenguaje universal. Es posible llenarse de melancolía escuchando a un joven iraní cantar en su lengua sin tener idea de las palabras que recita, o batir palmas con ritmos nepalíes en un paseo en bus. Me gusta mucho la música sin importar de dónde provenga; me emociona la existencia de tantas y tan variadas melodías aunque me frustre no poder cantarlas mientras lavo platos o pongo a orear la ropa recién lavada.

Ayer por casualidad di con la colección casi completa de presentaciones de Eurovisión en sus 50 años de existencia. Eurovisión es un concurso de canciones en vivo por el que han pasado muchos temas que dormitaban en algún olvidado rincón de mi memoria, ya fuera porque su versión Melodía Estéreo sonó incontables veces durante mi infancia o porque algún familiar me las enseñó cuando yo apenas aprendía a leer.

Ahora quiero poder cantar muchas de las canciones que encontré, pero no sólo mi guitarra se encuentra a un océano de aquí, sino que algunas de éstas son para mí absolutamente ininteligibles. Si logro obtenerlas para el iPod me daré por bien servida.

Para finalizar, los dejo con Åse Kleveland y su Intet Er Nytt Under Solen ("Nada es nuevo bajo el sol"), tercer lugar en 1966 (el mismo año en que debutó Raphael cuando era igualito a Franz Ferdinand).




Ishikawa


Pasé una semana en la prefectura de Ishikawa, frente al Mar de Japón. Me bronceé, engordé y bailé merengue en el cuarto de hotel más chiquito que haya visto en mi vida. Vuelvo a Tokio y me hacen falta el horizonte y las estrellas.


[ O rio — Marisa Monte ]







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