Fundido a negro
6 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy sábado, enero 16, 2010 a las 5:55 p. m..
A veces se me olvida cómo ser humana.
A veces noto una extraña sensación de vacío en el tórax y me pregunto si es hambre. Ante el recuerdo del síncope del año pasado suelo forzarme a comer algo, no sea que vuelva a caer como un árbol viejo en medio del bosque (si una mujer encerrada colapsa y nadie se da cuenta, ¿realmente ha colapsado?). Otras veces debo arrastrarme a la calle porque se supone que hay que tomar el sol y caminar de un lado a otro. Eso es lo que hace la gente durante el día, ¿no?
No sé cuándo fue la última vez que supe que estaba viva. En este limbo cómodo donde siempre suenan canciones que me gustan bien podría ser un fantasma. ¿De quién serán las carcajadas que emanan de aquel apartamento esquinero que nadie visita? La puerta está bloqueada por dos inmensas cajas de cartón y un mueble pútrido que el viento amontonó.
Ya no me desvela hallarme en el borde del mundo, abandonada. Quisiera pensar que la imagen de Atreyu tomándose una sopa negra y asomándose a la Nada que consume a Fantasia ya no se compara con mi vida, tal vez porque en realidad no tengo una vida. Me limito a existir... si es que existo, porque en realidad no lo sé. Sé que me gusta cantar, que me encanta la leche de soya saborizada, pero el resto de detalles se ha ido borrando como una inscripción vieja. Debo mirarme al espejo seguido para comprobar que la luz no me atraviesa. ¿Acaso me consume a mí también la Nada? ¿Quién me imagina, para pedirle que venga a mi rescate?
A medida que me he ido desvaneciendo he perdido las palabras y las ideas, y la mente se me ha vuelto solo colores. En ocasiones lo único que ocupa mi cabeza es aquel naranja furioso sobre el que se delinean las ramas desnudas de los ginkgos al anochecer. Es tan nítido. Sin embargo sé que dentro de un rato lo olvidaré, y ese pedazo de mí se esfumará en un irremediable fundido a negro, como todos los otros.
[ Tive Razão — Seu Jorge ]
A veces noto una extraña sensación de vacío en el tórax y me pregunto si es hambre. Ante el recuerdo del síncope del año pasado suelo forzarme a comer algo, no sea que vuelva a caer como un árbol viejo en medio del bosque (si una mujer encerrada colapsa y nadie se da cuenta, ¿realmente ha colapsado?). Otras veces debo arrastrarme a la calle porque se supone que hay que tomar el sol y caminar de un lado a otro. Eso es lo que hace la gente durante el día, ¿no?
No sé cuándo fue la última vez que supe que estaba viva. En este limbo cómodo donde siempre suenan canciones que me gustan bien podría ser un fantasma. ¿De quién serán las carcajadas que emanan de aquel apartamento esquinero que nadie visita? La puerta está bloqueada por dos inmensas cajas de cartón y un mueble pútrido que el viento amontonó.
Ya no me desvela hallarme en el borde del mundo, abandonada. Quisiera pensar que la imagen de Atreyu tomándose una sopa negra y asomándose a la Nada que consume a Fantasia ya no se compara con mi vida, tal vez porque en realidad no tengo una vida. Me limito a existir... si es que existo, porque en realidad no lo sé. Sé que me gusta cantar, que me encanta la leche de soya saborizada, pero el resto de detalles se ha ido borrando como una inscripción vieja. Debo mirarme al espejo seguido para comprobar que la luz no me atraviesa. ¿Acaso me consume a mí también la Nada? ¿Quién me imagina, para pedirle que venga a mi rescate?
A medida que me he ido desvaneciendo he perdido las palabras y las ideas, y la mente se me ha vuelto solo colores. En ocasiones lo único que ocupa mi cabeza es aquel naranja furioso sobre el que se delinean las ramas desnudas de los ginkgos al anochecer. Es tan nítido. Sin embargo sé que dentro de un rato lo olvidaré, y ese pedazo de mí se esfumará en un irremediable fundido a negro, como todos los otros.
[ Tive Razão — Seu Jorge ]
esas imagenes de la esfumación se me hacen tristemente familiares. en mí la metafora funciona más como sueño, dejarme llevar por el sueño al mundo de los sueños. y allà, todo sucede a mis espaldas estando parado sobre mi pecho, pero sin notarlo; ese infinito mundo es la parte rencorosa de mí que nunca pudo salir a la realidad. me odia y se desquita. me desquito a mí mismo.
pero volviendo a tí, creo que tus párrafos son como la munición de un arma dispara-párrafos, que a su vez se asemeja a cualquiera de los modelos de armas dispara-telarañas. creo que esas telarañas te podrían servir para escapar si alguna vez lo desearas. o más bien, me gustaría que así fuera porque entonces habría mucha tela por leer, y eso me encanta.
¿Cómo se puede escapar con telarañas? ¿Escapar de qué?
Debo volver a imaginarte, amiga imaginaria
de la nada que devora? imaginaba telarañas que se pegan de nada y sirven como escaleras. frente al panorama desierto, cada quien elige hacia adonde orienta sus escalerañas.
Yo me sumo a los imaginadores, más como bien aprendió Bastian, hay que dejar de desear para no olvidar quiénes somos. Aunque la verdad no creo que este sea tu caso.
Abrazos,
Juannito: Escalerañas, qué bonito. :)
Supongo que esa es la razón por la que escribo. Mientras tenga mis palabras a la mano, la Nada nunca podrá devorarme por completo.
Lowfill, Kunstmacher: Son los mejores imaginadores posibles. Abrazos. :)