The Magnificent Game of Love and Courage
4 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy martes, septiembre 14, 2010 a las 5:28 p. m..
En distintos lugares del mundo y con un desfase de alrededor de dos meses, un hombre de 85 años y un niño de 3 días se aferran con lo poco que les queda o hasta ahora tienen a este mundo. Atravesando las paredes y los océanos hay hilos invisibles que los atan a los pensamientos de tantos otros seres que hacen lo posible por seguir caminando sin distraerse. Recuerdos e ilusiones. Las historias que quedaron sin ser contadas. Las canciones que no se enseñaron. Un problema de matemáticas. Un libro de cuentos. A una de estas dos personas la conocí y pasé con ella mucho pero muchísimo tiempo. A la otra me moría por conocerla y pasar con ella mucho pero muchísimo tiempo. O lo razonable. Pero no sé qué es lo razonable para alguien que de antemano uno quiere tanto.
No puedo decir que alguno de ellos haya perdido la lucha o que el otro tarde o temprano lo hará, por más que se hayan encontrado en extremos opuestos de una línea del tiempo. Ambos han ganado. La vida que han tenido les ha valido para cambiar su entorno de manera radical. Y no hablo de ganar elecciones parlamentarias ni nada de eso. Hablo de la capacidad extraordinaria que han tenido estos héroes, nuestros héroes, para transformarnos por dentro, para darnos una felicidad que nos dure lo suficiente como para emprender la lucha nosotros mismos también. Si ponemos atención nos daremos cuenta de que lo que ha ocurrido allá afuera, alrededor de esa gran batalla interna, ha sido una acumulación desbordante de amor. Todos nos hemos reunido en torno a ellos; les hemos dado partes de nosotros a como diera lugar con la esperanza impotente de ayudarlos a pelear más y mejor.
Al final del proceso ellos se van (no sabemos aún por qué), pero ese amor queda. Queda para que lo compartamos y para que nos ilumine cuando nos sintamos solos e irredentos. Ahora sabemos —aunque lo hemos aprendido de la manera más dolorosa posible— que no es justo rendirnos en nuestra relativa completud cuando ellos, sin siquiera dientes ni uñas para luchar, lo hicieron de manera tan pero tan valiente.
[ Pigeon — Jump, Little Children ]
No puedo decir que alguno de ellos haya perdido la lucha o que el otro tarde o temprano lo hará, por más que se hayan encontrado en extremos opuestos de una línea del tiempo. Ambos han ganado. La vida que han tenido les ha valido para cambiar su entorno de manera radical. Y no hablo de ganar elecciones parlamentarias ni nada de eso. Hablo de la capacidad extraordinaria que han tenido estos héroes, nuestros héroes, para transformarnos por dentro, para darnos una felicidad que nos dure lo suficiente como para emprender la lucha nosotros mismos también. Si ponemos atención nos daremos cuenta de que lo que ha ocurrido allá afuera, alrededor de esa gran batalla interna, ha sido una acumulación desbordante de amor. Todos nos hemos reunido en torno a ellos; les hemos dado partes de nosotros a como diera lugar con la esperanza impotente de ayudarlos a pelear más y mejor.
Al final del proceso ellos se van (no sabemos aún por qué), pero ese amor queda. Queda para que lo compartamos y para que nos ilumine cuando nos sintamos solos e irredentos. Ahora sabemos —aunque lo hemos aprendido de la manera más dolorosa posible— que no es justo rendirnos en nuestra relativa completud cuando ellos, sin siquiera dientes ni uñas para luchar, lo hicieron de manera tan pero tan valiente.
[ Pigeon — Jump, Little Children ]
Etiquetas: kanashimi, love or lack thereof
[aquí va un silencio lleno de cosas]
Lo maravilloso e inefable en una historia que necesita ser leída...
Por alguna cuestion extraña de la vida, mi reader me mandó a leer un post en donde se contaba la historia de, creo, el pequeñín del que hablas... la tecnología es extraña.
Lloré leyendo la historia de espectativa, emoción, felicidad, tristeza y paz que representa ese pequeño héroe... desde aquí, recibe una palabra de cariño y muchos deseos de fortaleza y sabiduría.
:) pero :(