El tímpano, esa húmeda ventana japonesa
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy sábado, marzo 10, 2007 a las 8:55 p. m..
Es la música, sólo la música, ayer hoy mañana la música.
Es encerrarme en el cuarto y contemplar el vacío desde la cama, olvidar todo arrepentimiento, toda satisfacción, convertirme al primer ritmo que venga como a una fe milagrosa; es romper el corazón hambriento y rellenarlo ávidamente de sonidos que fluyen en avalanchas—nunca es suficiente—nunca es suficiente—
Peleo por la música con uñas y dientes, la devoro con mórbida fruición, la dejo caer por doquiera que camino—no me cabe, no me cabe, no me cabe tanta en el alma. Quisiera dejarla estallar, que volara despedida desde mi balcón, que rebotara en terrenos baldíos y diera de lleno en los oídos de los cerezos. O si no sellar cada resquicio de este cuarto y asfixiarlo de música, que mi cuerpo quedara estrujado contra la ventana de tantas notas juntas y tan poco espacio, que me dolieran los huesos y rascara un pedazo de carne inalcanzable entre las orejas y la garganta, que por los vidrios empezaran a correr ríos irreparables y finalmente saliera dando tumbos sobre el piso, con los ojos brillantes, la respiración agitada y una animal mueca fácilmente confundible con una sonrisa.
Es la música, sólo la música, desbocada en mi sangre, frenética y corrosiva, mañana ayer hoy nunca la música.
[ Bachelorette — Björk ]
Es encerrarme en el cuarto y contemplar el vacío desde la cama, olvidar todo arrepentimiento, toda satisfacción, convertirme al primer ritmo que venga como a una fe milagrosa; es romper el corazón hambriento y rellenarlo ávidamente de sonidos que fluyen en avalanchas—nunca es suficiente—nunca es suficiente—
Peleo por la música con uñas y dientes, la devoro con mórbida fruición, la dejo caer por doquiera que camino—no me cabe, no me cabe, no me cabe tanta en el alma. Quisiera dejarla estallar, que volara despedida desde mi balcón, que rebotara en terrenos baldíos y diera de lleno en los oídos de los cerezos. O si no sellar cada resquicio de este cuarto y asfixiarlo de música, que mi cuerpo quedara estrujado contra la ventana de tantas notas juntas y tan poco espacio, que me dolieran los huesos y rascara un pedazo de carne inalcanzable entre las orejas y la garganta, que por los vidrios empezaran a correr ríos irreparables y finalmente saliera dando tumbos sobre el piso, con los ojos brillantes, la respiración agitada y una animal mueca fácilmente confundible con una sonrisa.
Es la música, sólo la música, desbocada en mi sangre, frenética y corrosiva, mañana ayer hoy nunca la música.
[ Bachelorette — Björk ]
0 dimes y diretes para “El tímpano, esa húmeda ventana japonesa”
Publicar un comentario
Será comentar, porque qué más.