Doblepensar

El blog favorito de la mamá de Olavia Kite.


La permanencia de la luz

Hace un año estaba en mi casa, rezando la Novena, haciendo compras apresuradas e indigestándome con la que antes fuera mi comida favorita. No tiene caso comparar el fin del año pasado con éste; son épocas distintas y yo he optado por enajenarme de la Novena, la natilla y las celebraciones familiares en general. Son recuerdos distantes y mi vida sólo recobra esos aspectos felices a mitad de año. De resto, mis ojos hundidos y más ojerosos de lo normal en las fotos hablan mejor que este cúmulo de frases inútiles.

Esta mañana hice un dibujo en clase. Lo hice con esmero, a lápiz. Primero hice un borrador a toda velocidad y luego fui borrando parte por parte para reemplazarla por su versión mejorada. La invasión de Japón a Manchuria es un asunto serio y repugnante sobre el cual algún día tendré que escribir un largo resumen a ver si paso la clase, pero por lo pronto no tengo ningún interés en nada que tenga repercusión sobre mi vida académica. Pronto huiré a un lugar más frío, donde nadie me entenderá y mis costumbres adquiridas ahondarán el abismo que me separe de gente que me hará añorar el Terminal de Transportes de Bogotá como si fuera la sección VIP de alguna aerolínea.

Hoy se puso el sol hacia las 4.30pm entre los árboles desnudos. Lo bueno es que el día más corto del año cae esta semana. De ahí para adelante todo será más frío, pero al mismo tiempo se reanudará la carrera hacia la permanencia de la luz.


[ Jaan Pehechaan Ho — Mohammed Rafi ]




Lío de faldas

Hoy por primera vez monté bicicleta en falda, en vista de que todas aquí lo hacen sin problema. Imitando el modelo japonés tomé las precauciones pertinentes, como inclinarla hacia un lado al montarla para minimizar el ángulo de apertura de las piernas al enviar una hacia el otro lado del vehículo.

Mis abogados me recomiendan abstenerme de afirmar o negar la posibilidad de haber dado a conocer mi entrepierna cubierta al público durante el tiempo transcurrido sobre el sillín.


[ Dernier lit — Emilie Simon ]




不思議な秋休み

Doce horas, doce prefecturas.

Kobe, Osaka, Kyoto, el ánimo matutino, el mar, el recuerdo de las geishas como espejismos sobre las callejuelas de Gion.

El lago Biwa en Shiga, donde uno pensaría que no hay nada digno de ser visto. El silencio.

Gifu, gris y desteñida, en donde realmente no hay nada digno de ser visto.

Aichi pasa en un abrir y cerrar de ojos. La región Kansai se apaga de golpe y las conversaciones ajenas se hacen discernibles.

A un lado el monte Fuji y al otro el mar en Shizuoka. Belleza infinita en una región interminable.

Kanagawa es la promesa desesperada de llegada al hogar.

Tokio es un alivio, un milagro, el año 2040. Este viaje no sucedió; yo vengo de la estación de Kanda.

Chiba, Saitama, Ibaraki: un niño pide explicaciones de su padre mientras yo duermo en el bus.

Mi aliento condensando no es suficiente para convencerme de que estoy de regreso en Ibaraki.

Mi viaje a Kansai se acabó. La realidad es Tsukuba; mis amigos en Kobe y Osaka y las geishas furtivas se han disuelto en mi cabeza como el mar dorado que vi en mis sueños cuando ya había anochecido en Shizuoka.

Necesito dormir. Tal vez cuando cierre los ojos reaparezcan las postales intangibles de este día y esta semana cuyos sucesos aún no soy capaz de digerir.


[ Polovtsian Dances — Alexander Borodin ]

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