自転車なしでの出会い
0 comentarios Otro delirio de Olavia Kite, hoy viernes, noviembre 20, 2009 a las 7:49 a. m..
Llevo una semana sin bicicleta. ¡Ya una semana!
El viernes pasado, saliendo de la alcaldía de Tsukuba, mi fiel vehículo decidió protestar y dejarme abandonada a mi suerte en medio del campo. Después de comprobar que no podía hacer nada al respecto —al menos no ahí en falda—, empecé a dar mis primeros pasos resignados cuando sonó el teléfono. Era el señor Sakaguchi, que quería invitarme a comer ("me encantaría acompañarte en tu caminata, pero debo ir a clase", dijo). Nada mal para un chasco de este tamaño. Como ando tan de buen humor últimamente, no me disgustó en absoluto el paseo de hora y media que me tocó hacer entre bosques y sembradíos. Como si fuera poco, a la entrada del casco urbano me detuve en un almacén de muebles y compré un juego nuevo de cortinas, un par de cojines y dos cómodas...
Miren, acabo de usar la palabra "cómoda" que tanto salía en los libros que leía cuando era niña. Siempre me ha parecido interesante porque nunca he oído a nadie decirla. Si en persona me preguntaran por las cómodas, yo hablaría de los "muebles de cajones". Ya sé. Seré la primera persona en decirla. Alguien por favor llámeme y pregúnteme por mis muebles nuevos.
¿En qué iba? Ah, sí. Compré todo eso en un repentino afán de mejorar ostensiblemente mis condiciones de vida, misión que había venido aplazando indefinidamente por el excesivo amor que les tengo a las cajas de cartón. En fin. Volví a casa un poco adolorida de los pies (acuérdenme de usar tenis y nada más que tenis en la vida), pero igual de dichosa que... que todos estos días. [ inserte sonrisa estúpida aquí ]
Pues bien, desde entonces me he estado topando con el señor Sakaguchi en todas partes. Saliendo del Media Center tras escanear una ilustración, a la entrada de la biblioteca con Azuma mientras esperaba a Hazuki... Anoche andaba en mi pequeño mundo rumbo al combini cuando una bicicleta me cerró el paso: era él, otra vez. En vista de tanta coincidencia, finalmente hicimos lo que deben hacer las personas que se encuentran en todas partes: cenar juntos. Ya me estoy cansando de llamarlo el señor Sakaguchi, siendo Sakaguchi un apellido tan común y teniendo él un nombre tan sonoro. Se llama Masayasu.
[ Hail Mary — Pomplamoose ]
El viernes pasado, saliendo de la alcaldía de Tsukuba, mi fiel vehículo decidió protestar y dejarme abandonada a mi suerte en medio del campo. Después de comprobar que no podía hacer nada al respecto —al menos no ahí en falda—, empecé a dar mis primeros pasos resignados cuando sonó el teléfono. Era el señor Sakaguchi, que quería invitarme a comer ("me encantaría acompañarte en tu caminata, pero debo ir a clase", dijo). Nada mal para un chasco de este tamaño. Como ando tan de buen humor últimamente, no me disgustó en absoluto el paseo de hora y media que me tocó hacer entre bosques y sembradíos. Como si fuera poco, a la entrada del casco urbano me detuve en un almacén de muebles y compré un juego nuevo de cortinas, un par de cojines y dos cómodas...
Miren, acabo de usar la palabra "cómoda" que tanto salía en los libros que leía cuando era niña. Siempre me ha parecido interesante porque nunca he oído a nadie decirla. Si en persona me preguntaran por las cómodas, yo hablaría de los "muebles de cajones". Ya sé. Seré la primera persona en decirla. Alguien por favor llámeme y pregúnteme por mis muebles nuevos.
¿En qué iba? Ah, sí. Compré todo eso en un repentino afán de mejorar ostensiblemente mis condiciones de vida, misión que había venido aplazando indefinidamente por el excesivo amor que les tengo a las cajas de cartón. En fin. Volví a casa un poco adolorida de los pies (acuérdenme de usar tenis y nada más que tenis en la vida), pero igual de dichosa que... que todos estos días. [ inserte sonrisa estúpida aquí ]
Pues bien, desde entonces me he estado topando con el señor Sakaguchi en todas partes. Saliendo del Media Center tras escanear una ilustración, a la entrada de la biblioteca con Azuma mientras esperaba a Hazuki... Anoche andaba en mi pequeño mundo rumbo al combini cuando una bicicleta me cerró el paso: era él, otra vez. En vista de tanta coincidencia, finalmente hicimos lo que deben hacer las personas que se encuentran en todas partes: cenar juntos. Ya me estoy cansando de llamarlo el señor Sakaguchi, siendo Sakaguchi un apellido tan común y teniendo él un nombre tan sonoro. Se llama Masayasu.
[ Hail Mary — Pomplamoose ]
Etiquetas: azuma, bicicleta, chasco, hazuki, masayasu, tsukuba, yorokobi
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